Conmocionado todavía por la ausencia de Ricardo Ortega, a mi mente, desde mi corazón, acuden muchos y gratos recuerdos. Aunque lo conocí siendo yo todavía un niño por vínculos familiares, mis recuerdos siempre lo asocian a la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, junto a mi padre, también portador, de quien además fue años vecino en la calle de San Francisco, carrer de volta de la procesión del Santo Entierro.
Pasaba ya de los quince años cuando, tras varios intentos y tramos de procesión en los que mi padre me dejaba por unos momentos, que se me hacían siempre tan cortos, su sitio en la barra, accedí a la barra en aquella vieja iglesia de San Agustín, sede secular de nuestra cofradía.
Recuerdo a Ricardo supervisando aquellas ansiadas almohadillas azules, repasando las barras, y dirigiéndose a mí para preguntarme si aguantaría, y que no cabía abandonar la barra…aquel repetido “el que la saca, tiene que entrarla”. Cogido a la barra escuchaba su austero “Señores portadores…” que retumbaba en la bóveda barroca de la nave central de la iglesia de los agustinos minutos antes de enfilar la salida hacia la Seu para la procesión general.
Aún me parece verlo acercándose desde las barras delanteras hasta las traseras, en la antigua plaza del Cid, para solicitar, antes de reiniciar la marcha, aquel “paso calle Montcada”. Luego la Madre, caminando en silencio, mirando al cielo de la negra noche, con el Hijo muerto en brazos, solemne, mecida con cariño. La sombra de la Cruz se iba difuminando en las fachadas de los nobles palacios, la toalla acariciada por la brisa de la naciente primavera, la emoción y la oración contenida…y luego el sufrimiento, pasada la plaza de la Bassa, aguantando como se podía, Ricardo el primero, la barra clavada en el hombro…
Y así fueron pasaron los años y los portadores, algunos se fueron, otros y otras llegaron, algunas circunstancias cambiaron, la Virgen siguió saliendo a hombros.
Ricardo. Siempre pensaste en volver tras aquel susto importante en tu salud, y poco a poco volviste. Fue difícil, costoso, no era como antes, pero ahí estuviste. Y en los últimos tiempos, cuando algún año no viniste, siempre alguien en la barra preguntó por ti: ¿Dónde está Ricardo?, ¿Por qué no ha venido? En todos estos años, siempre alguien traía a colación: ¿Os acordáis cuando Ricardo…? “Si Ricardo estuviera aquí….”
Este año que te has ido se cumplirán tres años en los que la Virgen Dolorosa no sale por las calles del corazón histórico de Xàtiva, ese que tantas veces grabaste con tu cámara también al hombro. Hacía algunos más que no la portabas y, en enero del año pasado, antes de que esta cruel pandemia nos quitara tantas cosas, hablamos, treinta años después de que lo hiciéramos en San Agustín a la inversa, de que querías llevar un ratito la imagen ese Viernes Santo.
Este viernes Nuestro Señor, al que también portaste durante tantos Viernes Santos en brazos de su Madre al pie de la Cruz te llamó y seguro que Nuestra Señora de los Dolores te ha acogido en su seno para formar parte de ese grupo de voluntariosos portadores que con tanta pasión como lo hizo en su vida, la continuará portando durante toda la Eternidad. Desde allí, te pido que le ruegues a Ella por nosotros. Desde aquí, mi sincero agradecimiento y mi recuerdo permanente.
Antonio Martín, portador.
Precioso Toni.
ResponderEliminarTodos los que le conocimos, más jóvenes y más mayores, recordaremos siempre a Ricardo Ortega por su entusiasmo y entrega en todo lo que hacía: cofrade, portador de nuestra Virgen Dolorosa, fotógrafo, cámara, etc.
Descanse en Paz, Portador de portadores.
Mi cariño y recuerdo.