Anabel y su Virgen Dolorosa
Llovía sobre Xàtiva cuando supe que te habías ido al Cielo. No es habitual esta lluvia en junio cuando el calor ya comienza en serio, pero ese día un manto de nubes lloraba de tristeza sobre la ciudad que amabas. Me viene a la mente, y también al corazón, tu imagen vestida de vesta, hace ya tantos años, poco antes de que decidieras marcharte a miles de kilómetros, al norte, para curar y ayudar, poniendo en práctica lo que aquí tan bien habías aprendido.
El tiempo fue pasando, tu familia creció, pero nunca te olvidaste de tu Virgen Dolorosa. Querías saber de ella, y estoy seguro que cada Viernes de Dolor, cada Viernes Santo recordabas la procesión en Xàtiva, y la contarías, como se cuenta un cuento, una costumbre o una bonita leyenda, a tus hijas pequeñas antes de ir dormir, agradablemente tapadas, en las todavía frías noches de Suecia en marzo o abril, haciéndolas evocar, por unos minutos, la incipiente Primavera setabense.
Puede que algún año coincidieras, en alguno de tus viajes a casa, con el día de la procesión de la Dolorosa, puede que te vistieras, o la vieras pasar con un atisbo de lágrimas en los ojos, pero contenta de verla. Me cuesta recordarlo. Pero de lo que estoy seguro es de que nunca la olvidaste y seguías con interés, hasta hace bien poco, las noticias y las pocas crónicas de este humilde blog de tu cofradía –incluso, como me dijo tu hermana, las de la no procesión por efecto de esta maldita pandemia, contra la que luchaste valiente como profesional que eres, en primera línea, por todos-.
No tengo ninguna duda que estás al lado de la Virgen, que te ha recibido amorosa como una de sus queridas hijas dolorosas y por ello te pido que cuides de todos y todas desde su amor e intercedas ante ella por nosotros. Gracias por tu ejemplo. Ya siempre estarás, a nuestro lado, cada Viernes de Dolor y cada Viernes Santo, acompañando a la Madre y a sus voluntariosos penitentes. Las palabras y los sentimientos hoy no tienen fronteras, ya no conocen de distancias y, como allí he leído y coincido: “Vackra fina vän, jag kommer alltid att minas dig!”-.
Puede que algún año coincidieras, en alguno de tus viajes a casa, con el día de la procesión de la Dolorosa, puede que te vistieras, o la vieras pasar con un atisbo de lágrimas en los ojos, pero contenta de verla. Me cuesta recordarlo. Pero de lo que estoy seguro es de que nunca la olvidaste y seguías con interés, hasta hace bien poco, las noticias y las pocas crónicas de este humilde blog de tu cofradía –incluso, como me dijo tu hermana, las de la no procesión por efecto de esta maldita pandemia, contra la que luchaste valiente como profesional que eres, en primera línea, por todos-.
Y en este blog quiero dejar hoy tu recuerdo, para que con ayuda de la magia de las nuevas tecnologías llegue a miles de kilómetros. Tantos o más que a los que tú te encontrabas, aunque tu corazón,- también traspasado por una espada de dolor- estuviera siempre en la bonita Xàtiva de tu infancia, de tu juventud y de tu querida Virgen.
No tengo ninguna duda que estás al lado de la Virgen, que te ha recibido amorosa como una de sus queridas hijas dolorosas y por ello te pido que cuides de todos y todas desde su amor e intercedas ante ella por nosotros. Gracias por tu ejemplo. Ya siempre estarás, a nuestro lado, cada Viernes de Dolor y cada Viernes Santo, acompañando a la Madre y a sus voluntariosos penitentes. Las palabras y los sentimientos hoy no tienen fronteras, ya no conocen de distancias y, como allí he leído y coincido: “Vackra fina vän, jag kommer alltid att minas dig!”-.
Toni Martin, cofrade.