viernes, 26 de marzo de 2021

Viernes de Dolores (por Antonio Martín)

Viernes de dolor, de espadas que atraviesan el corazón de tantas familias que sufren, por distintos motivos, en esta pandemia de la COVID-19 que parece que nunca acabará. Dolor por los seres queridos que ya no están –algunos cofrades-. El dolor de la Madre Dolorosa, con su Hijo Muerto a los pies de la Cruz reflejado en su rostro, y en su corazón, como en el rostro y en el corazón de tantos y tantas que lo han pasado mal, que lo están pasando mal…

Viernes de Dolores… en el que las calles y plazas de Xàtiva, a la hora de la procesión de la imagen de clavarios de Nuestra Señora de los Dolores, permanecen mudas, en silencio, vacías por un toque de queda, que sustituye a un toque de cornetas y tambores, los tambores de su antigua Cofradía, que rompían la oscuridad al paso cadencioso de la Virgen, acompañándola en su dolor…Dolor e incertidumbre que aún hoy se percibe, desde las ventanas y balcones de la casas, cuando el sonido de una ambulancia rasga esta noche de luna, como se rasgó el velo del templo aquel Viernes de Pasión.


 Repaso crónicas antiguas ya amarillentas, y otras en internet que quedarán tal vez para siempre, a la espera que alguien pulse en el ordenador, el móvil, la tablet o cualquier otro dispositivo la tecla correcta…“Hoy es nuestro día” rezaban…

Y quiero evocar, en este otro año raro y ausente, de otra manera, este Viernes de Dolores en Xàtiva…

El último día del Solemne Septenario, el sorteo del nuevo clavario, la enhorabuena, la alegría y el comienzo de la larga espera del cofrade o cofradesa elegida.

Los preparativos del anda, la Virgen, las flores. La siempre callada y apenada despedida del clavario saliente. La Madre se va de su casa... Emoción, ansiedad y nerviosismo. Ha llegado la Semana Santa, un año más. Ponerse la vesta: túnica blanca, cíngulo azul, capa negra, la medalla de la Virgen. Con pajarita y guantes blancos –Cristo todavía no ha muerto por nosotros en el calendario-.

Avanza la noche, los reencuentros de cofrades, los de cerca, los de lejos. El reparto de los cirios, con la devoción en las miradas de los particulares que no faltan a la cita en otro Viernes de Dolores de la Semana Santa Setabense y que formarán larga hilera, como siempre. Revoloteo de vestas jóvenes alrededor de la imagen montada con sus barras forradas. Expresiones tímidas, acompañadas: “¿se puede llevar?, otras decididas: “La quiero llevar”

Hay ya prisa. La cruz de guía inicia, los tambores rompen, las varas con el escudo de la cofradía recorren la procesión, de delante hacía atrás, de atrás hacia delante y vuelta a empezar. Organizan, con la capa levantada por una suave brisa nocturna de esta naciente primavera, que trae el aroma de azahar de no muy lejanos campos de naranjos. Mandan parar, avanzar, la imagen, al fondo, no debe quedar sola.

La pequeña anda recorre las calles y plazas de Xàtiva como desde hace tantos siglos, primero fue en la tarde noche del Domingo de Ramos, luego en la noche del Lunes Santo, finalmente en el Viernes de Dolores.

Cofradesas jóvenes que preguntan “¿así, bien? “Pesa un poco”. Voces veteranas que acompañan, que contestan: “La imagen va bien, tranquilas. Poco a poco. No hay prisa. Llevamos a la Madre.” Miradas cómplices entre los nuevos portadores. Por fin se cumplió el sueño. El impaciente sueño que parecía que no llegaría cuando ya no tan niñas y niños veían desde la fila avanzar a lo lejos la imagen de la Virgen: “Yo quiero llevar a la Virgen”.

Detrás las abnegadas camareras. Miran, cuidan, quieren, se desvelan por su Virgen. Duelen ya los pies, pero que importa. La Presidencia, cabeza visible de una representación, esfuerzo y dedicación necesarios, nunca suficientemente reconocidos, para que la tradición de siglos no se pierda. El consiliario, la Hermandad… y la música. La música de la banda de la Vella, fiel a su cita. Con marchas procesionales que marcan el paso de la pequeña Dolorosa setabense y que se echarán de menos el Viernes Santo. Emocionan y llegan al alma, dando forma a una bonita oración escrita en sus partituras.

Ya llega la Virgen Dolorosa a la casa del clavario, sus tambores redoblan, le rinden homenaje, lo justo para dejar escuchar los últimos sones del Mater Mea que sobrevuelan el mecido emocionado de la Madre, por sus portadoras. El público llena la calle y aguarda, en silencio. Tal vez la saeta emocionada de la mujer, que hizo una secreta promesa, encoge el alma y el corazón de los presentes. Y entre ellos, la mirada emocionada de la anciana, que se pone en pie, que se santigua al paso del Señor, y aparta el andador sostenida por el brazo de su cuidadora. Da gracias a la Virgen porque la vacunaron y puede estar hoy aquí, como siempre. “La Mare de Déu s’apiade de mosatros” reza. En su cabeza, como todos los años, su marido, que faltó hace ya demasiados años, portador en aquellos primeros años ilusionantes de la refundación de la Cofradía. Hoy su nieta, con su vesta, la mira desde la barra trasera de la imagen, mientras empuja el hombro con fuerza, mientras una lágrima se resiste a caer en su mejilla emocionada...La mujer encuentra su mirada…y sonríe: “La xiqueta…”.Mater Mea, Viernes de Dolores….¿Volveremos?

miércoles, 17 de marzo de 2021

Desde este sábado, septenario en honor de Nuestra Señora de los Dolores



Desde este sábado, 20 de marzo, se celebrará en la Iglesia del Carmen a las 19.30h el septenario en honor de Nuestra Señora de los Dolores. No habrá ni acto de admisión de cofrades ni intenciones de la Cofradía por cofrades difuntos en los dos últimos ejercicios (se recuperarán en el próximo). El Viernes de Dolor sí que habrá una intención por todos los/as cofrades difuntos. Esperamos la asistencia a este único acto propio de la Cofradía.

Informar que se ha encargado lonas para los balcones con nuestra Imagen. Se deben encargar al cofrade Ximo Tormo.

lunes, 15 de marzo de 2021

Ricardo Ortega, pasión de portador de la Dolorosa

Cada portador y cada portadora, con su presencia cada Viernes de Dolores y cada Viernes Santo, con el esfuerzo de sus hombros bajo las barras, y su devoción protectora, pendiente en todo momento de la imagen de la Virgen Dolorosa, forma parte para siempre de la antigua historia de esta Cofradía de la Semana Santa Setabense. Un día marchará y dejará un triste hueco en la barra, que cubrirá otro joven portador o portadora que escuchará con atención y respeto el recuerdo de los que ya se fueron.

Conmocionado todavía por la ausencia de Ricardo Ortega, a mi mente, desde mi corazón, acuden muchos y gratos recuerdos. Aunque lo conocí siendo yo todavía un niño por vínculos familiares, mis recuerdos siempre lo asocian a la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, junto a mi padre, también portador, de quien además fue años vecino en la calle de San Francisco, carrer de volta de la procesión del Santo Entierro.


(Ricardo Ortega, en la izquierda, como cabeza de barra) 

Pasaba ya de los quince años cuando, tras varios intentos y tramos de procesión en los que mi padre me dejaba por unos momentos, que se me hacían siempre tan cortos, su sitio en la barra, accedí a la barra en aquella vieja iglesia de San Agustín, sede secular de nuestra cofradía.

Recuerdo a Ricardo supervisando aquellas ansiadas almohadillas azules, repasando las barras, y dirigiéndose a mí para preguntarme si aguantaría, y que no cabía abandonar la barra…aquel repetido “el que la saca, tiene que entrarla”. Cogido a la barra escuchaba su austero “Señores portadores…” que retumbaba en la bóveda barroca de la nave central de la iglesia de los agustinos minutos antes de enfilar la salida hacia la Seu para la procesión general.

Aún me parece verlo acercándose desde las barras delanteras hasta las traseras, en la antigua plaza del Cid, para solicitar, antes de reiniciar la marcha, aquel “paso calle Montcada”. Luego la Madre, caminando en silencio, mirando al cielo de la negra noche, con el Hijo muerto en brazos, solemne, mecida con cariño. La sombra de la Cruz se iba difuminando en las fachadas de los nobles palacios, la toalla acariciada por la brisa de la naciente primavera, la emoción y la oración contenida…y luego el sufrimiento, pasada la plaza de la Bassa, aguantando como se podía, Ricardo el primero, la barra clavada en el hombro…

Y así fueron pasaron los años y los portadores, algunos se fueron, otros y otras llegaron, algunas circunstancias cambiaron, la Virgen siguió saliendo a hombros.

Ricardo. Siempre pensaste en volver tras aquel susto importante en tu salud, y poco a poco volviste. Fue difícil, costoso, no era como antes, pero ahí estuviste. Y en los últimos tiempos, cuando algún año no viniste, siempre alguien en la barra preguntó por ti: ¿Dónde está Ricardo?, ¿Por qué no ha venido? En todos estos años, siempre alguien traía a colación: ¿Os acordáis cuando Ricardo…? “Si Ricardo estuviera aquí….”

Este año que te has ido se cumplirán tres años en los que la Virgen Dolorosa no sale por las calles del corazón histórico de Xàtiva, ese que tantas veces grabaste con tu cámara también al hombro. Hacía algunos más que no la portabas y, en enero del año pasado, antes de que esta cruel pandemia nos quitara tantas cosas, hablamos, treinta años después de que lo hiciéramos en San Agustín a la inversa, de que querías llevar un ratito la imagen ese Viernes Santo.

Este viernes Nuestro Señor, al que también portaste durante tantos Viernes Santos en brazos de su Madre al pie de la Cruz te llamó y seguro que Nuestra Señora de los Dolores te ha acogido en su seno para formar parte de ese grupo de voluntariosos portadores que con tanta pasión como lo hizo en su vida, la continuará portando durante toda la Eternidad. Desde allí, te pido que le ruegues a Ella por nosotros. Desde aquí, mi sincero agradecimiento y mi recuerdo permanente.

Antonio Martín, portador.