(Dedicado a Antonio Morant Solís)
Coincidí con él cuando accedí a la barra de portadores de Ntra. Sra de los Dolores, muy joven, de la mano de mi padre, con el que a veces hablaba. Lo recuerdo en barra trasera, durante la procesión, no hablaba mucho, pero no escondía el hombro. Sudando, generoso en el esfuerzo, sobre todo cuando las cosas se ponían complicadas al llegar a la Plaça de Sant Jaume y las paradas eran cada vez más frecuentes. Miraba en silencio a la Virgen, como hacemos los de las barras traseras, a ese manto de terciopelo negro, tenuemente iluminado por mortecinas luces de baterías casi agotadas, sabiendo que aunque la Virgen no nos mire, está con nosotros y sin nosotros no puede avanzar por las calles del casco viejo la noche del Viernes Santo. Lo recuerdo con la satisfacción interior y el cansancio saliendo de San Agustín, ya tarde, y comentando con mi padre que se hacían mayores y cada año pesaba más la imagen... Allá donde estés, seguramente feliz con la Madre y el Hijo, te pido ayuda para que podamos seguir llevando la Virgen a hombros cada Viernes Santo, y te digo gracias por tu ejemplo callado de años de esfuerzo generoso, enseñando como debe ser, y no ha de perderse, el auténtico corazón de portador, atravesado por espadas. ¡D.E.P. compañero!
Toni Martín, cofrade y portador.
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