Virgen María por este dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y los pies, te acompañamos, y no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir el fruto de la redención. Ave María.
Cuando cual manso cordero
el Redentor inocente
de cruz infame pendiente
en el Calvario expiró
Madre, que espada tan fiera
vuestro pecho traspasó.
Haced que esta espada, Madre,
también el pecho taladre
del que a Vos os la clavó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario