viernes, 3 de abril de 2020

Reflexión de nuestro consiliario en el séptimo y último día de septenario


Séptimo Dolor: el entierro de Jesús y Soledad de la Virgen. 

Por el dolor que sentiste Virgen María al enterrar a tu Hijo,te acompañamos en este dolor y por los méritos del mismo concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos. Ave María

Cuando los yertos despojos
que tiernamente abrazabais
y con lágrimas regabais
la sepultura encerró.

Madre, que espada tan fiera
vuestro pecho traspasó.
Haced que esta espada, Madre,
también el pecho taladre
del que a Vos os la clavó.

Oración final: Señor Jesús te rogamos que por mediación de tu Madre en su advocación de Dolorosa, cese ya este coronavirus y acojas a las víctimas del.mismo. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Salve, Regina, mater misericordiae;
vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exules, filii Evae.
Ad te suspiramus,
gementes et flentes in hac lacrimarum valle.

Eia ergo advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende.

O clemens, O pia,
O dulcis Virgo María




(In memorian de los que ya no están con nosotros. Foto: Archivo Dolorosa)

jueves, 2 de abril de 2020

Reflexión de nuestro consiliario en el sexto día de septenario

Sexto dolor: María acoge en sus brazos abiertos a Jesús muerto. 

Virgen María, por el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo,te acompañamos en este dolor. Haz que sepamos amar a Jesús como El nos amó. Ave María.

Cuando en el caso regazo
que a Jesús vivo estrechara
que en su infancia albergara
Jesús muerto reposó

Madre, que espada tan fiera
vuestro pecho traspasó.
Haced que esta espada, Madre,
también el pecho taladre
del que a Vos os la clavó.


(Foto: Archivo JL Borredà, año 2017)

miércoles, 1 de abril de 2020

Reflexión de nuestro Consiliario en el quinto día de Septenario

Quinto dolor: la Crucifixión y la Agonía de Jesús.

Virgen María por este dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y los pies, te acompañamos, y no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir el fruto de la redención. Ave María.

Cuando cual manso cordero
el Redentor inocente
de cruz infame pendiente
en el Calvario expiró

Madre, que espada tan fiera
vuestro pecho traspasó.
Haced que esta espada, Madre,
también el pecho taladre
del que a Vos os la clavó.




(Foto Archivo José Luís Borredá, 2018)