jueves, 16 de febrero de 2023

Se nos ha ido Ximo Tormo


Este miércoles 15 de febrero se produjo el triste fallecimiento de Ximo Tormo, un cofrade de los antiguos de la Dolorosa.
 
Fue portador, clavario y miembro de la Junta Directiva de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Xàtiva. Ximo pertenecía a ese grupo de cofrades que, todavía jóvenes, se echó a la espalda, desde los años 70 del siglo XX, la tarea de dar continuidad a las tradiciones de una cofradía de la Semana Santa Setabense originaria del siglo XVIII y refundada en 1948, hace ahora 75 años. Y se implicó personalmente en la vida de la Cofradía, hasta el punto que toda su familia, su mujer Conchín, camarera de la Virgen, y sus hijos Inma, Ximo y Rosa, cofrades y portadores, hoy continúan con sus familias la tradición de la "Dolorosa".

Recuerdo a Ximo siempre pendiente de la Cofradía, a la que representó bastantes años en la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa Setabense, participando activamente en algunas de sus comisiones, como la de las procesiones. Y eso creo que era lo que podría definirlo, la actividad, el empuje y la capacidad para intentar llevar a cabo las cosas. Los días de procesión, haciendo escorzos debajo del anda para preparar el sistema de iluminación, que tantos problemas daba, e intentar que se mantuviera listo las casi tres horas que duraba la procesión del Viernes Santo. 

Creo que no me equivoco al considerar que Ximo era de aquellos a los que llaman puntales de una cofradía, de los que tanto se nota su ausencia, y que lo vamos a echar mucho en falta porque las cofradías, en esta época de crisis de valores y de implicación, andan muy necesitadas de personas como él, que contribuyen con su esfuerzo y proactividad a asegurar esta centenaria tradición y ofrecen garantía de futuro.

Pese a que su estado físico no le permitió, en los últimos tiempos, participar como él hubiera querido, ahí estaba, en cada reunión a la que podía asistir, ofreciendo siempre su opinión y su colaboración desde la experiencia de los muchos años vividos en la Cofradía. La cruel pandemia de la COVID-19 y el año anterior de lluvia le privó, a él y a todos nosotros, de ver a su Mare de Déu Dolorosa procesionar durante tres años, pero pudo ser testigo, el año pasado, y ver de nuevo a la Virgen Dolorosa, de mirada desconsolada con su Hijo muerto en su regazo, por las calles de la ciudad antigua de Xàtiva a hombros de sus penitentes portadores, como él lo hiciera hace muchos años. Y por sus ojos emocionados, mientras miraba a la Virgen, que quiso parar a su altura, -hoy lo recuerdo, quizá mejor que aquel día-, entre la gente que miraba pasar la procesión en la calle Portal de Valencia, vi en silencio, bajo las barras y el verduguillo, y supe, que nunca olvidó el privilegio de aquellos años de portador. Lo saludé, le pidió a mi padre una rosa blanca del arreglo floral del anda y al recibirla la besó y miró hacía la Madre, con una plegaria en silencio que sólo Ella y él conocieron, antes de despedirse.

En pocos días, en el 75 aniversario de la refundación, en cuya preparación aun participó ilusionado, la Virgen podrá volver por unos días a la que fue su casa de siempre, la antigua iglesia de San Agustín, en la que tantas veces Ximo estuvo con ella y de la que ayudó a sacar, por el peligro que corría, aquel fatídico enero de 1990, cuando se derrumbó el campanario. Y no tengo ninguna duda que lo estará viendo, contento y satisfecho, al amparo de la Mater Dolorosísima, junto a tantos cofrades, cofradesas, camareras, agustinos y claretianos, que pusieron cada uno y una su grano de arena y su corazón para que la Cofradía Dolorosa de Xàtiva siga perviviendo, de generación en generación.

Gracias Ximo.

Toni Martin, cofrade portador.

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